Cuerpo, violencia y lenguaje
- Diana Acuña
- 17 abr 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 19 abr 2020

Jose Alejandro Restrepo, es un artista francés que estudio en la Universidad Nacional. Se caracteriza por sus obras de video arte e instalaciones. Reside en Colombia desde 1980.
En su libro Cuerpo Gramatical nos va explicar el cómo y porque el cuerpo y la violencia se han relacionado, siendo esta última la que hace uso del cuerpo aprovechando la característica gramatical que este posee para comunicar y dar sus mensajes. También reflexiona y hace un análisis histórico de como eso ocurrió durante diferentes épocas de la historia y diferentes lugares haciendo un pequeño énfasis en Colombia.
La violencia siempre ha estado, es difícil encontrar una cultura que en sus cimientos y antecedentes no haya bases de violencia, involucrándose al hombre y a su cuerpo, gracias a esto la violencia se terminó convirtiendo en un eje fundamental para la creación artística.
Los cuerpos poseen historias, y es posible leerlos, cada mutilación, cada corte, cada encierro, cada tortura nos dicen algo. Hay razones a nivel político y económico donde hay una conciencia de las tácticas anatómico-políticas (anatomía política), independientemente de que se crea que estos actos son barbáricos e irracionales.
En Colombia, siempre ha existido una violencia latente y viva desde siglos. Los conflictos y la sangre han dejado una marca en nuestro país, una violencia recurrente que parece un círculo vicioso y que trae tras sí muchas problemáticas sociales que se acumulan y potencializan las violencias que se vive. Cuando se analiza la época de la violencia en Colombia entre los años 40 y 60 damos cuenta de que esta violencia es una práctica pensada, estructurada. La violencia en Colombia responde y obedece ciertas reglas, por ejemplo, vista desde el punto de vista del mito, los ritos de sacrificio, que según René Girard se usaban para expiar la violencia siguiendo ciertos procesos con el fin de evitar que merme y cause efectos más desastrosos.
Colombia es un país con un pueblo ritualista, la violencia de Colombia sigue esa lógica que se puede considerar como ritual, siguen fases. María Victoria Uribe propone tres fases rituales, la preliminar (amenazas), la liminar (tortura y ejecución) y la postliminar (exposición y muestra de los cuerpos en lugares visibles, una especie de montaje). Se habla de un símil entre el terror con el ritual, la liturgia y la alegoría, en donde en medio de toda esa irracionalidad y ese espectáculo desquiciado hay una intensión pedagógica y un conocimiento anatómico que permitía la mutilación y el desmembramiento de los cuerpos como si de un animal se tratara.
En estos rituales de masacres, mutilamientos y desmembramientos se transformaba el cuerpo, se redistribuía, se descolocaba, se desplazaba, se transgredía de forma racional y pensada para que después al exponerlos tuvieran un fin didáctico y pedagógico en quien lo veía, convirtiendo al terror en una fuerza aleccionadora y al cuerpo en un espacio gramatical que habla, un espacio donde se escribe y se da un mensaje. Aunque el ritual está emparentado con el teatro, hay una diferencia, el teatro representar, la masacre presenta
Tenemos una necesidad natural de expresarnos en forma de metáfora y usamos la interpretación heráldica para entrar en ella. Cuando hubo una liberación moral de la observación y experimentación de los cuerpos y cadáveres empezó una nueva forma de visibilidad en la que hay signos identificables en el cuerpo (vida, muerte y enfermedad), que pueden ser vistos y leídos.
Antes del cuerpo visto como elemento de estudio anatómico, era la tortura como espectáculo la que exhibía el interior de los cuerpos, los estudios anatómicos tampoco eran exentos de esta connotación, ya que durante el renacimiento las lecciones de anatomía y disecciones congregaban gran cantidad de público. Durante la época del barroco el cuerpo y la violencia sobre este funcionaba como alegoría, las partes del cuerpo son iconos simbólicos con los que se pueden construir imágenes activas y un sistema de comunicación que señale y ponga al desnudo. Existe un deseo exacerbado en buscar ver lo intolerable, lo horroroso, que muchas veces termina en una búsqueda de una verdad esencial más allá del mundo de las apariencias. Podemos notar esto en los santos del barroco con las representaciones que se les hacía, heridos y con rostros agonizantes.
Hay cruces entre psicoanálisis y mística, según Michel de Certeau, mística y psicoanálisis comparten procedimientos y campos específicos donde opera cierto tipo de lenguaje y enunciación común, en este caso, los cuerpos, que se convierten en lenguaje alegórico, dejando de obedecer al discurso. Para Michel Certrau, hay un erotismo en el cuerpo relacionándosele siempre con la muerte, llegando a un punto en el que este procedimiento de observar se vuelve pornográfico, ya que fuerza a ver. El cuerpo pornográfico se muestra, no se da.
Desde el barroco hasta la actualidad, viviendo envuelto en la sociedad del espectáculo, seguimos con este triunfo de la imagen y el protagonismo del cuerpo, donde la relación entre ver y mostrar nos ubica en una especie de puesta en escena, algo obsceno, siendo los cuerpos destrozados un mensaje inequívoco y hecho con signos reconocibles a nivel social, el cuerpo es sometido a la desfiguración y deshumanización aun después de la muerte.
Hay modelos metodológicos que guían la construcción de un cadáver, un análisis y una organización performativa de las partes del cuerpo, como por ejemplo sugiere Giordano Bruno, designando a la cabeza el caso recto, la mano derecha lo dativo, la izquierda lo ablativo, los genitales lo genitivo y la boca lo vocativo.
Existen consonancias entre alegorías y rituales en lo que respecta a las gramáticas de las partes del cuerpo, casi pudiéndose hablar de una especie de atlas iconográfico e iconológico en asunto de montajes. Se busca establecer una especie de conexiones entre el cuerpo-mítico y el cuerpo-histórico.
El cuerpo habla por todas partes, siempre hemos tenido un morbo hacía él, hacia lo horroroso como un cadáver desmembrado. Al final siempre hemos tenido una atracción hacia el cuerpo y hacia lo que eso implica, más cuando se habla de la actualidad y de nuestro contexto, el contexto colombiano, donde a pesar de que hay un proceso de paz, en muchas regiones se sigue viviendo el conflicto, se siguen exhibiendo cuerpo mutilados... la única diferencia es que ahora, con las redes y los medios de comunicación, estos cuerpo mutilados ya no se quedan en una sola región, ya no se muestran solo en un pueblo o en una plaza, las imágenes se exponen en todos lados y el mensaje se tergiversa, el fin didáctico es para unos pocos, para el resto es un espectáculo que al final banálizamos.
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